¿Listo para probar la mejor cocina del mundo?
Si la respuesta es sí, te traemos una mezcla de tradición y de recetas que han pasado de generación en generación.
Aquí vamos al grano, directo a lo que merece la pena.
Apunta estos platos, porque te van a enamorar.
Espetos de sardinas

En cuanto pises el paseo marítimo y veas esas barcas con brasas en la arena, sabrás que estás en territorio espetero.
El espeto de sardinas es lo más típico que puedes comer en Málaga:.las sardinas se ensartan en cañas y se asan al fuego de leña, justo ahí en la playa.
Lo importante aquí es que estén frescas y que el fuego esté bien controlado. Ni más sal ni salsas raras: solo la sardina, el humo y el punto justo. Lo suyo es tomarlas con las manos.
Pide una cerveza bien fría y ya tienes el combo perfecto. Pero cuidado, no todos los chiringuitos lo hacen bien: pregunta por los que tienen buena fama entre los malagueños.
Para que no te líes, en Pedregalejo y El Palo hay sitios donde los hacen de categoría. Nada de buscar el plato bonito: lo que cuenta es el sabor, y aquí es puro mar. Si viajas entre abril y octubre, es cuando están en su punto.
Porra antequerana
Este plato es como un salmorejo más denso, pero no es lo mismo. La porra antequerana se hace con tomate, pan, aceite de oliva y ajo, pero lleva su truco.
Es más espesa y se sirve fría, perfecta para los días de calor. Y te la ponen con huevo duro y jamón por encima, que ya remata la faena.
En algunos sitios incluso le meten atún, y oye, tampoco está mal. Eso sí, tiene que estar bien ligada, nada de grumos ni textura rara. Es de esas cosas que parecen simples, pero cuando están bien hechas, te dejan con la boca abierta.
La clave es que la sirven como entrante o hasta como plato principal si hace calor. Y en muchas ventas y bares de barrio le dan su toque personal. No te vayas sin probarla en Antequera, que es donde nació, pero también en Málaga ciudad hay auténticas maravillas.
Campero malagueño
El campero no es un simple bocadillo. Es una de esas cosas que empezaron humildes y acabaron siendo míticas.
Se hace con un pan redondo, tipo mollete, que se tuesta por fuera y se rellena con todo lo bueno: pollo, lechuga, tomate, mayonesa y jamón cocido, aunque hay mil versiones.
Muchos bares lo tienen como estrella del menú, y cada uno tiene su receta. Hay camperos de lomo, de atún, con queso fundido… pero el clásico es el que todo el mundo ha comido al menos una vez después de un día de playa o antes de salir por la noche. No falla.
Si tienes prisa y quieres comer algo riquísimo sin sentarte a un menú largo, el campero es la solución. Y si lo pillas en una freiduría donde sepan lo que hacen, mejor aún.
Apunta: en Teatinos o por la zona del centro hay bares de barrio donde lo hacen con cariño, como debe ser.
Fritura malagueña
Aquí no hablamos de una fritura cualquiera. Nada de esos fritos que nadan en aceite.
La fritura malagueña bien hecha es ligera, crujiente y sabrosa. Se prepara con pescaditos como boquerones, calamares, salmonetes, cazón… Todo del día, pasado por harina y al aceite caliente. Y nada más.
No se le echa limón, por cierto. Si lo haces, que sea porque te gusta, pero en Málaga muchos lo ven casi un sacrilegio. Lo suyo es comerla recién hecha, compartir con amigos y que vayan llegando platos al centro de la mesa. Aquí se viene a picar de todo, no a platos individuales.
Una buena fritura es una fiesta, pero hay que saber dónde sentarse. Si ves muchos turistas y pocas mesas con gente hablando en andaluz, desconfía. Pásate por los sitios que tienen solera y donde el camarero te llama «quillo» o «niño» sin conocerte. Ahí sabes que vas bien.
Ensalada malagueña
Esta ensalada tiene poco que ver con la típica de lechuga. Aquí la cosa va con patata cocida, naranja, bacalao desmigado, aceitunas y cebolla.
Puede sonar raro, pero créeme: está buenísima. El contraste del dulce de la naranja con el salado del bacalao es lo que le da personalidad.
Suele llevar también un buen chorro de aceite de oliva y, si el sitio es bueno, las aceitunas son de las buenas, no de bote. Es un plato que aparece más en primavera y verano, pero en algunas tabernas lo tienen todo el año.
Es perfecto si quieres algo más ligero sin renunciar al sabor. Y si lo acompañas con un vino blanco fresquito de la zona, mejor todavía.
Pídelo como entrante y verás cómo te abre el apetito para lo que venga después.
Ajoblanco

Este es uno de esos platos que sorprenden si no lo conoces.
El ajoblanco es una crema fría hecha con almendras, ajo, pan y aceite. Suena simple, pero tiene una textura suave y un sabor muy particular. Se sirve con uvas o melón, para darle un toque dulce que contrasta de maravilla.
Es típico del interior de Málaga y también de zonas de la Axarquía. Si hace calor, es una alternativa genial al gazpacho. Y como no es tan conocido como otros platos, si encuentras un sitio donde lo hagan casero,has acertado en todos los sentidos.
Te lo sirven como primer plato o incluso como tapa. Y es de esos que, si están bien hechos, te dan ganas de buscar la receta para hacerlo en casa. Aunque ya te aviso: como el de allí, ninguno.
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